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viernes, 8 de abril de 2011

Silencio

Yo digo que a veces se acaban las palabras, y es una contradicción que lastima profundamente a quienes amamos las letras, la magia de un márgen, el vértigo del renglón. Pero hay un momento para las emociones. Hay momentos para no escribir, creo que son los momentos de recogimiento en los que nos llenamos de sentimientos para luego... Luego volcarlos impunemente cambiando nombres, probando suerte, distrayendo a quienes leen como si fueran futiles enemigos al acecho de la privacidad y de la fibra íntima que nos llena de vitalidad a quienes amamos escribir.
También pienso que ante la inmensidad de un sentimiento, de una emoción y hasta incluso de un estado de ánimo, no hay peor pecado ni peor crímen que el de la palabra, o el de un silencio de puntos suspensivos. No hay poemas, ni sonetos para esos momentos íntimos, tan singulares e individualmente íntimos. Y ya no importa quién lo genera, porque es mío ese momento, porque esa sensación me recorre a mí y ni siquiera un "gracias" se puede rendir ante la vitalidad de una emoción que nos despierta y nos devuelve a la vida de entre las palabras en ruina, hechas un montón de letras que no pueden mas que yacer como escombros...
No te voy a decir "gracias", voy a pedirte que me mantengas en este placentero silencio lleno de emociones.

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